Lesiones en trabajos no regularizados

Negar que la prostitución es un trabajo por el mero hecho de que no está regularizado es como negar que sale el sol porque el astro rey no ficha a la entrada. Le pese a quien le pese, es un trabajo. Legal, ilegal o alegal… pero las escorts están trabajando.

Del mismo modo, es una mera cuestión de papeles que se pueda o no hablar de accidentes de trabajo. Los puristas del derecho laboral afirman que, si no es un trabajo, dada la dudosa situación legal del gremio, no podemos hablar accidentes laborales. Pero derecho, por mucho que se parezca, no es lo mismo que hecho.

Y el hecho es que a las chicas de los servicios de acompañantes hay que atenderlas de vez en cuando por lesiones que si los legisladores fueran un poquito menos (…) – úsese el calificativo que se desee en lugar de los puntos suspensivos- se considerarían como accidentes de trabajo.

Como cabe suponer que nadie de entre los que estamos leyendo esto somos ya tan inocentes, en lugar de mencionar qué puede estar haciendo una chica de compañía para lastimarse mientras trabaja, veamos las intervenciones que una mutua debería realizar más frecuentemente:

Daños a flor de piel

Así, a bote pronto, y visto lo apasionado de determinados encuentros, es fácil que deba atenderse a las escorts de algún que otro golpe o caída. Por suerte, la altura a la que trabajan no suele ser excesiva, de modo que son lesiones que se alivian con antiinflamatorios y, en el peor de los casos, una crema analgésica.

Si el golpe fuera en un lugar visible o afecta a la estética, imprescindible en el oficio, puede recurrirse al maquillaje mientras no remita la equimosis (que, por otra parte, puede reducirse si se aplica hielo nada más lesionarse. Se pone el frío durante veinte minutos y luego se aplica veinte minutos cada hora mientras la persona esté despierta a lo largo de 24 horas).

Lesiones musculares

Otro tipo de lesiones que la lógica (o una imaginación muy calenturienta) nos indica que las escorts presentarían habitualmente en una mutua son las que se refieren a sobrecargas, pinchazos, tirones e incluso roturas musculares.

La naturaleza en sí del trabajo obliga a estas mujeres, en determinadas ocasiones, a forzar la musculatura y, por mucho que los músculos, con la costumbre y la repetición del ejercicio, vayan adquiriendo flexibilidad, si no calentamos antes –y en estos casos el cliente, que ya ha entrado en calor, no suele esperar-, es fácil que surja una dolorosa lesión.

¿Qué hacer cuando la herida es interna y es muscular? Pues depende de la gravedad, que deberá determinar un médico y, de ser necesarias, unas pruebas específicas, pero la actuación puede ir desde aplicar una crema de calor hasta, llegado un extremo muy grave, la cirugía. En todo caso, lo habitual es que hablemos de casos leves, como calambres, pinchazos o agujetas.

Daños en los esfínteres

Más posibilidades: lo que se cuenta de personas que llegan a urgencias con objetos sobre los que “se han caído” en el interior de su cuerpo tienen menos de leyenda urbana y más de discreción por parte del personal sanitario de lo que pudiéramos pensar. En este tipo de accidentes, ha de ser el personal de urgencias el que valore el mejor modo de actuar.

Sin abandonar el interior del cuerpo y sus cavidades, hay que reseñar los desgarros, evitables, de acuerdo, como todos los accidentes, pero que acaban por producirse en unos u otros puntos. Buena parte de estas heridas se curan espontáneamente o con medicamentos pensados para aliviar las molestias o dolores que puedan producir, aunque en casos extremos debe recurrirse al bisturí.

Problemas óseos

Cambiamos la piel o el músculo por el hueso. En todo caso, como ya hemos hablado de las lesiones por traumatismo, nos centraremos en otro tipo de intervenciones más allá de esguinces o roturas. De hecho, van a ser dos las lesiones que “trataremos”.

Uno de los problemas es la repetición de ciertas posturas que, por presión, acaban por dañar piel, músculo, hueso y articulaciones. De esta forma, una de las partes del cuerpo que más sufre son las rodillas, dando lugar a, por ejemplo, la condromalacia rotuliana o desgaste del cartílago de la rodilla.

Rodillas y cuello

Según el grado y naturaleza del desgaste, así será el tratamiento, que puede ir desde ejercicios para fortalecer la musculatura de la zona, control del peso o antiinflamatorios hasta algún otro más agresivo.

Otra lesión ósea, no exclusiva pero sí habitual en la prostitución se da por la repetición de determinados movimientos. Es habitual encontrarnos con lesiones cervicales que proceden de repetir un gesto. De nuevo, debemos dejaren manos del especialista el diagnóstico y el tratamiento.

Estas son sólo parte de las lesiones que este trabajo, como físico que es, puede producir. Accidentes que, como casi todos, pueden evitarse o minimizarse con una correcta prevención de riesgos laborales, en la que debe hacerse hincapié en la higiene postural.